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sábado, 2 de octubre de 2010

La pequeña de la hamaca azul


“La vida juega en la plaza

con el ser que nunca fui.” (Alejandra Pizarnik)

A Paulita


ella se columpia lentamente,

sin apuro,

mientras se sueña

tocando el cielo con las manos,

manos de “pianista”-

muchos dicen-

por lo lungas.


en su hamaca azul el mundo se detiene

allí,

a sus pies de niña gigante.

un mundo que ve

con sus ojos grandes y azules

como el agua del pacífico,

un mundo que,

con sus miserias y secretos,

a la vez la abruma y deslumbra.


ella se columpia despacito,

sin apuro,

mientras imagina

como será su propia vida

poniéndole el cuerpo

tan lungo como

sus manos de pianista.


en su hamaca azul el viento despeina

su melena de oro,

pero ella sonríe

porque sabe que la brisa

del atardecer de septiembre

la acaricia como si fuera una niña,

una niña pequeña a punto de cambiar

el curso de su propia historia.


ella se columpia alegre

mientras ignora torpemente

que es portadora

de una luz que la define

y que su mirada atesora celosa,

una luz que la embellece entera,

de pies a cabeza.


allí,

en su hamaca azul, fantasea

con un mundo de abrazos y visitas

de luna llena en su ventana.

un mundo sin temores,

sin esa tristeza que muchas noches

la oprime con recuerdos ingratos.


ella se columpia tímidamente

y no sabe que su mundo

comenzó a cambiar

desde el primer ensayo

para aprender a mecerse,

en esa,

su hamaca azul.

sábado, 14 de agosto de 2010

Tele(IN)comunicaciones

Salía de la confitería La Biela, muy tradicional de Recoleta, ubicada en la esquina de Quintana al 600 y a una cuadra del Cementerio donde se bifurcan las calles Guido y Junín. Era una mañana soleada y había terminado mi habitual desayuno, café irlandés con scones y una ojeada a La Nación. A mi izquierda podía divisar, cruzando el parque, las figuras del Centro Cultural y de la Iglesia del Pilar que se recortaban en el cielo azul claro. A mi derecha, autos y bocinas parados de cara al semáforo en rojo. Frente a mí, una cabina de teléfono estilo inglés, son las que combinan cuadrados de vidrio y metal rojo bermellón. Un pibe de aspecto sucio y descuidado se me acercó a ofrecerme no sé qué cosa y le di salida rápidamente con un simple pero rápido movimiento negativo de cabeza mientras pensé “cómo les permiten pasearse por acá, por favor, ya se perdió todo”.

Me disponía a tomar un taxi cuando recordé que debía llamar a la inútil de mi secretaria para que organizara una junta de directorio, tenemos que firmar la quiebra de esa fábrica y cerrarla con efectivos policiales antes de que los activistas (porque esos no son trabajadores, lo único que hacen durante toda la jornada laboral es buscar conflicto para cobrar más por hacer menos) intenten ocupar el lugar; pero me había olvidado el celular en el dormitorio. De modo que aproveché y entré a aquella cabina, cerré la puerta, introduje la tarjeta y marqué el número. No podía comunicarme, el tono estaba muerto. Volví a intentarlo, no hubo caso. Entonces quise salir y la puerta no abría, estaba trabada. Forcejeé durante dos horas sin parar, un sudor pegajoso y frío recorría todo mi cuerpo y mi traje se había mojado por la transpiración. Me estaba desesperando, nervioso y pálido, me faltaba el aire y creo que desmayé.

Cuando reaccioné ya eran las 5 de la tarde, ¡y todavía seguía encerrado en la cabina! Parecía una pesadilla, sólo que era la realidad. Con la punta de mi Parker dorada intenté aflojar los tornillos de las uniones; fue inútil, el sellado era hermético y los vidrios blindados. Buscando en el portafolios encontré una hoja con la agenda del día, la di vuelta y escribí “AUXILIO, ESTOY ENCERRADO”. Sin embargo, la gente ni me miraba. De pronto pasó un señor mayor, comencé a hacerle señas, pero puta suerte la mía, pronto descubro que era ciego, cuando al cruzar la calle desplegó su bastón blanco. Acto seguido, una nena que iba de la mano de su mamá reparó en mí, esa era la oportunidad. Me agaché y pasé la hoja por debajo de la puerta. La chiquita la levantó mientras la madre hablaba muy entretenida por su celular. Cuando fue a mostrarle el papel, la mujer, sin abrirlo siquiera, lo arrojó en el primer cesto de basura que encontró. Otra vez, no tenía salida. No entendía por qué ninguna persona se detenía a ayudarme, "a mí que nunca hice mal a nadie y justo yo que colaboro con Cáritas todos los meses religiosamente."

En eso, se acerca el mismo pibe sucio que había evitado a la mañana con varios ramitos de rosas en la mano, que se ve, los vende en el semáforo. Se detiene ante la cabina. Le hago señas que estoy encerrado y le suplico que por favor me ayude. Me mira fijamente y comienza a reirse, se agarra la bragueta y me hace el típico gesto obseno de un barra brava de la popular y se va el muy turro. “Qué se puede esperar de esta gentuza” me dije entre mí. “La puta que lo parió cómo mierda salgo de acá”. Cansado me senté en el piso y me apoyé en los vidrios.

Llegó la noche y yo seguía atrapado en aquella esquina de la Recoleta. Por un momento me dormí. Al despertar, estaba amaneciendo. Justo frente a la cabina se detuvo un camión de una compañía telefónica, inmediatamente después, se baja un ejército de empleados que rodea la cabina.

-¡Es mi salvación!- dije entre mí.

Sin prestarme atención comenzaron a desenterrar la cabina conmigo en ella, la levantaron con una máquina y la inclinaron de forma horizontal, con el impacto me golpeé la cabeza y perdí el conocimiento.

Esta vez cuando abrí los ojos, me encontraba acostado al igual que la cabina. Pero a mi alrededor, también otras cabinas con personas vestidas de traje adentro.

El Delta (cuento)

Querido Diario:

Aprovecho este pequeño recreo y la tranquilidad que reina en la casa, cuando Facundo está en la guardería y Mariano, en el negocio de Chichita descargando mercadería de la lancha; para actualizar tus páginas con las últimas novedades. Como es habitual, todas las mañanas llega del Puerto de Frutos la lancha que abastece a los pocos comercios que tiene la isla, entre ellos la despensa de Chichita, la señora de Bartolo, el carpintero. Y el domingo 23 de setiembre no iba a ser la excepción. Casualmente ese día se festejaba el centenario de don Carmelo, el viejo y único carnicero del lugar que, a pesar de sus años, aún seguía atendiendo la carnicería ubicada en la esquina de mi cuadra frente al Canal Arias. La lancha llegó cargada de fiambres y embutidos, tres medias reses, treinta kilos de pan, docenas de cajas con botellas de vino tinto y diversas confituras. Chichita y yo nos encargamos de hacer la torta de casi cincuenta kilos y cinco pisos. Todos los vecinos de la isla estaban invitados al agasajo y, con suerte, se esperaba la llegada de Juan Ignacio, el único hijo de Chichita, que volvía de una Conferencia en Francia, sólo faltaría él.

*

Don Carmelo era conocido por su habilidad en los cortes de carne (en su juventud había trabajado en el matadero y era, como decía mi abuela, «canchero viejo»), sus recomendaciones en la cocina y su cordialidad con la clientela, especialmente la femenina.

__Es un picaflor, imaginate que me tiraba los perros siendo yo una piba comprometida y mucho menor que él __recordaba Chichita sin poder evitar sonrojarse__. Pero, así y todo se merece una linda fiesta de cumpleaños ¿No te parece? __me decía.

Chichita venía de buena familia y se había tenido que casar con Bartolo, carpintero de vocación, unos cuarenta años atrás al quedar embarazada. No era bien visto que una chica fuera madre soltera. Así nació Juan Ignacio, hoy una eminencia en Medicina. Dicen las malas lenguas que, por esa época, don Carmelo había quedado viudo con sesenta abriles y le arrastraba el ala a ella, una joven veinteañera. Una vez le pregunté a Chichita si era cierto y me cambió el tema, como suele hacer cuando algo la pone incómoda. No le di mucha importancia y me olvidé del asunto.

*

El asado y los chorizos chillaban en la parrilla de don Fanancio, quien ofreció su local para el festejo. También había dos cochinillos y cuatro chivitos cociéndose a las brasas, y el asador estaba lleno de achuras. Una hilera de platos con matambre y ensalada rusa le daban color a las mesas. Los miñoncitos acompañaban las tablitas de madera en las que se serviría la carne. Yo me dediqué a elaborar guirnaldas para colgar en las columnas que sostenían el extenso techo de paja y además hice una pancarta que decía «Felices 100 años, don Carmelo».

Ya estábamos todos reunidos en la Parrilla de don Fanancio. Estaban Facundo y Mariano, doña Elvira, su esposo Jacinto y la Herminda (más conocida por los vecinos como “lengua de víbora”).También doña Rosa, la partera de la isla, que conversaba animada con don Fanancio. En un rincón, Bartolo casi abrazado a la damajuana (gustaba mucho del alcohol...) pedía a un grupo de cantores de tango que entonaran “Nostalgia”.

Me dirigía a colgar una especie de piñata para los chicos cuando Chichita a los gritos avisó del arribo de don Carmelo, el cumpleañero.

__“¡Qué los cumpla feliz, qué los cumpla feliz, qué los cumpla, don Carmelo...!” __cantamos todos a coro.

Don Carmelo se emocionó tanto que tuvimos que ayudarlo a sentarse. Estaba impecable y alegre como siempre, como nunca. Con su natural cortesía saludó y agradeció a cada uno de los invitados, de fondo se escuchaba la música de la banda de Manolo. Después del almuerzo se armó el “bailongo” y no quedó ni uno sentado, salvo Chichita que no dejaba de llorar mientras tomaba y tomaba vino. Me alarmé y me acerqué a preguntarle si estaba bien.

__No te preocupes, mi cielo. Estoy emocionada, quizá este sea su último cumpleaños y me entristece. No es nada, estoy bien __me contestó.

*

En eso se escuchó un golpe de manos que venía de la puerta, era Juan Ignacio, alto y elegante, recién llegado de Aeroparque que no quiso perderse la fiesta, ni dejar de saludar a don Carmelo, tan querido por él. En cuanto lo vio corrió a abrazarlo:

__Feliz cumpleaños, viejito __se animó a decirle mientras una lágrima recorría sus mejillas.

Todos comezamos a aplaudir y después rodeamos a Juan Ignacio haciéndole preguntas sobre su vida en Europa y los lugares por los que paseó.

__¿Qué tal es la Torre Eiffel? ¿Y el Arco del Triunfo? __curioseaban algunos.

__Me imagino que habrás ido al Moulin Rouge ¿No? __le guiñó un ojo Jacinto, el esposo de Elvira.

__Sí, conocí cada rincón de París y traje postales para todos __contestó con educación Juan Ignacio__. Pero ahora festejemos con Carmelo ¡Qué suban la música, vamos a bailar!

*

Del otro lado del salón, en un rincón, Chichita embriagada sólo le pedía perdón a Bartolo. Pasaba por ahí en dirección al baño, que estaba detrás de esa mesa, y sin querer escuché:

__Perdonáme, Bartolo. Aquel rumor era cierto, yo lo amaba a él y estaba desesperada, fue una noche de locura. No sé cómo pedirles perdón, ni a vos, ni a Carmelo, ni a Juan Ignacio. Pobre hijito mío __se lamentaba Chichita.

Sin embargo, no fui la única que escuchó a Chichita. Juan Ignacio queriéndoles dar una sorpresa a sus padres apareció por detrás y accidentalmente oyó aquella revelación que lo comprometía.

Recuerdo que siempre lo unió a don Carmelo un especial afecto que excedía al que sentía por Bartolo. Cuando éramos chicos le gustaba jugar a ser el hijo del carnicero. Don Carmelo tenía adoración por él, el varoncito de la cuadra, y nos dejaba jugar en la carnicería a la hora de la siesta. Podíamos pasar horas jugando allí, mientras los otros chicos del barrio se iban a nadar al río. Antes de abrir el negocio nos preparaba la merienda y Chichita tenía que llevarnos a la fuerza. Cuando Juan Ignacio se empacaba era difícil de manejar.

*

El baile seguía y nadie prestaba atención a aquello. Todos bailaban alegres y la música aturdía de lo fuerte que sonaba. El lugar parecía una boite de esas de las películas. Todos estaban distraídos menos don Carmelo que dejó de bailar y, al verla llorar, se dirigió hacia Chichita.

__La única noche, aquella noche... Perdón, Carmelo. Debí habértelo dicho hace tanto __acongojada le besaba la mano.

Don Carmelo le secó las lágrimas que mojaban sus pómulos y, con una tierna sonrisa, le agradeció por darle “el mejor regalo que recibí en toda mi vida”. Bartolo se abrazó con Juan Ignacio y le dijo cuanto lo quería. Yo no hacía más que llorar emocionada, Juan Ignacio era como el hermano mayor que nunca tuve. El momento más emotivo fue cuando Juan Ignacio le dijo a don Carmelo:

__Viejito, el juego se volvió realidad. Te quiero tanto. ¡Feliz Cumpleaños!

La fiesta continuó hasta altas horas de la noche de ese domingo. El lunes siguiente por la mañana recibí la noticia del fallecimiento de don Carmelo, "se durmió en un sueño" para no despertar. Dicen que lo encontraron “sonriente como un angelito”. Juan Ignacio se encargó de los gastos de sepelio y luego se volvió a Europa. Chichita desconsolada ya ni dirige la despensa y dejó a Mariano a cargo. La isla no volverá a ser la misma.

Tu fiel confidente, 2 de octubre de 1972

jueves, 8 de julio de 2010

El sublime objeto de la ideología*

PANFLETOS

I

No encajamos en este mundo de fábula
Al que, dicen, estamos? “predestinados”.
Sangramos, parimos, morimos de a partes
Dejamos la vida por ganarnos un trozo de pan

II

Alguien dijo alguna vez que todo ideal
carga heridas selladas a fuego en el alma
porque el que sueña lucha sin calma
por trasformar este mundo desigual.

III

Lo único palpable, la única verdad:
es la escasez, el hambre, la pobreza.
Desde la cuna mamamos la falsedad,
la patraña de una vida de riqueza
que lo único que genera es mezquindad.

IV

¿Gloria para quién? No existe el cielo
sino la tierra sudada y la propiedad privada,
robada, saqueada, despojada, estafada.
Romperse el lomo por pequeñas migajas…

V

Borcegos y palos, “mano dura”―exige la chusma
Mientras no toquen mi culo y mi quinta
Que me importa el que mendiga
“hay que matarlos a todos” ―agitan
y así se termina este estigma!

VI

Seguridad no es amparo, no es asilo.
No es abrigo, refugio, ni es sostén.
Seguridad es “garantía”,
Tranquilidad entre cercas y muros,
es inmunidad de los pocos
y rechazo hacia los muchos.

VII

Que paguen los infames, los explotadores
Que paguen los genocidas que destruyeron
Y desaparecieron miles de sueños,
que paguen los hijos de puta
que robaron la identidad de tantos nietos

Que paguen por la violación de cada derecho
Que paguen por la marginación y la exclusión
de ayer y de hoy

QUE PAGUEN!




SUEÑOS ROBADOS

Con los pies percudidos y descalzo, con la ropa rajada y sucia, las manitos heladas y la mirada perdida, un niño caminaba sin rumbo por el escarchado asfalto de la avenida.

De pronto se detiene y mira hacia una larga fila de personas que esperaban el 15. Se acerca con paso atolondrado:

−¿Una monedita? ¿Algo para comer? −preguntó casi rogando. Nadie respondió.

Sin suerte! Discriminado, descartado, segregado, apartado, observado con desdén como si fuera parte de una plaga maldita, el niño se alejó lentamente de la multitud.

Como vencido, se sentó en el medio de la vereda junto a un charco de agua, sacó de su pequeño bolsillo una bolsita de plástico y aspiró.

Aspiró el asco, el maltrato, el desprecio, el abandono. Aspiró la desdicha y la humillación de saberse constantemente excluido de un mundo donde pareciera no haber lugar para él. Aspiró el egoísmo, la crueldad de los otros, la ambición desmedida, su inocencia perdida.

El niño aspiró y se fue a volar para olvidar por un rato a esta sociedad miserable que le robó sus sueños y le quitó (como a tantos otros niños) la oportunidad de ser.





ESMA

Escondido de la sociedad estaba cada lugar siniestro.

Escondido el Casino de Oficiales, el edificio destinado al Grupo de Tareas 3.3.2. Tenía tres pisos, un sótano y un gran altillo.

Escondido el sótano, paso ineludible de cada secuestrado al que traían encapuchado, ahí funcionaban las piezas de tortura.

En el altillo, escondido “Capucha”, allí permanecían con los ojos tapados, tirados sobre colchonetas rotas, encadenados e inmovilizados luego de los suplicios. No tenía ventanas, sólo pequeños ventiluces que daban a celdas pequeñas denominadas camarotes.

Escondidos el pañol, depósito del saqueo de las viviendas de los secuestrados, y la pecera, conjunto de pequeñas oficinas donde algunos prisioneros eran obligados a trabajar durante el día.

Escondido “Capuchita” otro altillo, pero más chico. En aquel lugar había dos salas de tortura y un espacio en el que se vigilaba a los jóvenes cautivos de la misma forma que en “Capucha”.

Escondido el Dorado, salón donde funcionaba la central de inteligencia del grupo de tareas.

Escondidos la tortura y el flagelo. Escondidos los gritos de dolor y de asco. Escondidas las violaciones, los abusos y los excesos de poder. Escondida la humillación de las madres que parían hijos robados.

Escondidos los últimos suspiros de miles de hombres y mujeres que soñaban con un mundo mejor. NUNCA MÁS!



*Título del libro compilado por Slavov Zïzek


miércoles, 7 de julio de 2010

Garabatos y cenizas...


CENIZAS

Restos, vestigios, polvillos de lo que fui,
de lo que soy y de lo que seré.
Dicen que “no hay mal que dure cien años”
Pero… ¿Quién pudiera “vivir” cien años?
Despojos, migajas, fragmentos, partículas de polvo.
La piel en ruinas, la carne carcomida,
los huesos corroídos, el cuerpo consumido.
Y cenizas! Sólo cenizas resultan de lo pulverizado.








LLUVIA

Afuera llueve. Garúa finitormenta!
Afuera llueve y el olor a tierra mojada
Penetra mi obstinado olfatormenta!
Afuera llueve. Caen gotas a granitormenta!

Afuera llueve, llueve y llueve.
Pasan los minutos y llueve,
Pasan las horas y llueve,
Pasan los días y llueve,
Los meses, los años y sigue lloviendo!

Afuera llueve y mi ánimo llora como un niño,
se (des)hace como cubo de hielitormenta!

Eso es lo malo de haber nacido un día de lluvia.







ORFANDAD

La soledad (des)espera y sobreTODO en las sombras.
Por más que alguien elija estar solo,
Lo que NO tolera es sentirse vacío, (des)cierto,
(des)habitado, (des)amparado, (des)abrigado.
La soledad es una treta, un artificio, una artimaña.
La soledad es un señuelo que seduce
y (te)reduce a la nada.






ABRAZO EL HIELO

Los vellos se empinan,
La piel de gallina,
Un impávido escalofrío
andando mi cuerpo,
desnudándolo.

Erizada por la brisa
de la fría madrugada,
abro mis ojos!

Una gota salada
se escapa rodando
por mis pómulos,
me ahogo en sollozos

No te encuentro a mi lado
Abrazo el hielo
Ya no estás!
Las sábanas aún
Atesoran tu olor!







CANCIÓN DE CUNA para OLIVIA

“Dorme minha pequena,
não vale a pena despertar”.

Duerme niña eternamente pequeña
Sueña joven eternamente niña
Las estrellas serán tu guía
Y la luna lunera, tu madrina.
Con tu andar atolondrado,
avanza saltando cada piedra
en ésta, tu travesía.
Y si acaso sintieras frío,
el sol te servirá de abrigo.

Despierta mujer eternamente niña
Tu destino no has escrito todavía!

“Eu vou sair por aí afora
atrás da aurora mais serena.” (C.Buarque, 1971).







UN GRITO
Un grito!
Un grito desde
Un grito desde las entrañas.

Llora mi cuerpo, endeble
por el ruin paso del tiempo
que se cobra cada segundo.

Expresar con palabras
que no soy más que un pedazo
de carne que encierra
un alma aprisionada

Un grito!
Un grito desde
Un grito desde las entrañas.

Tiembla mi cuerpo, envase
perecedero de mis pasiones,
que no sabe no cautivar

Garabatos desesperados
el lenguaje, el miedo y el deseo
se funden en mi cabeza,
bomba de tiempo…
tic tac tic tac tic tac




LA MUJER ROTA
Ella se aleja.
Dice que la desespera
la espera eterna.
Por momentos duda,
pero sabe que ésta no es su vida!
No la que quiere, no la que desea.
Quiere volar como las mariposas
pero sólo puede aferrarse al suelo.
De nada sirve si no hace el intento.
No cree que exista luz,
también en ella.
Y se conforma con pretenderse
incapaz de crecer y pasar de grado!
Ya no es una niña,
ahora es una mujer.
Una mujer
que toma decisiones.
*
Ella lo miraba con devoción,
Escuchaba sus palabras,
sus idealistas ideas ideales
admiraba la tenacidad que lo definía
quería una vida con él,
no existía nadie más,
no hacía falta nada más,
que el amor que sentía por él
y que le llenaba el alma
cada día y cada noche
de su vida.
*
Él no la veía, o al menos
demostraba no hacerlo,
se empeñaba en acompañarla
a su manera, tan árida
como la sequía por falta de lluvia.
Pero el amor no es un cactus
y como al resto de las plantas
hay que cuidarlo, acariciarlo,
“todos los días un poco”
-dice León.
Él no lo sabía, ella tampoco;
y los dos tiraron de la piola,
que día a día se afinaba un poco más,
y que una noche de verano se rompió.
En ese momento comprendieron
que no basta sólo con amarse!

martes, 6 de julio de 2010

Garabatos desesperados


UN AMOR

Una tarde de sol, un libro de Galeano,

Una materia, una amistad, una mirada,

Una palabra de aliento, un abrazo inesperado,

Un beso en la mejilla, una caricia, un susurro tierno,

Un chiste cómplice, un mate y FM La Boca de fondo,

Un paseo en bicicleta, una eterna caminata por el Centro.

Una película, el Palais de Glace, Rocambole, un recital,

Una canción, un te quiero, un me estoy enamorando,

Un te necesito, un te extraño, un TE AMO

Una discusión, una reconciliación.

Una postal, una poesía,

una carta y

un amor



APARIENCIAS

Te vi primero

Te quise después

Te necesité luego

Te amé enseguida

Te perdí un día

Te tuve alguna vez?



ANSIEDAD

Como un puñal (en)el filo de la noche

Desmiento mis miedos solita(río), lloro rozo la lo-cura

Espero(te) espero despierta, destrozo mis sueños

No sé-los (me) atraviesan

Quiero escapar(me) rodando mis palabras y me hundo en un abismo infinito

Toco el fondo del vaso frío, eterno, letal, impávido, feroz.

Toca(mi)rame, amame. soy yo. me ves? qué ves? estás? estoy? Ya no soy.



VACILACIÓN

Te seduzco, me seduces, te deseo, me deseas, me armas, me desarmas.

Dudo, vacilo, oscilo, flaqueo, titubeo, retrocedo, fluctúo, no me decido.

Temo, tiemblo, tirito, palpito, me estremezco, me espanto, me aterro, me (des)engaño

Lloro, sollozo, suspiro, lamento, me aflijo, me (des)hago en pedazos.

Siento, (a)siento, (con)siento, (di)siento, me siento, no siento, no me entero.

Me tomás, me tocás, me rozás, me manoseás, me usás, me dejás SOLA me rindo.

Te quise, me quise, te quiero, me quiero? qué quiero?



DESEO

Como un retoño embriagado por el rocío

Mi cuerpo se abre a las suaves caricias de una noche estrellhada.



PEQUEÑA MUERTE

Te (a)guardaba

Despierta, sedienta

Dormida, ilusionada

Parada, sentada

Acostada, arrodillada

Viva, muerta.

Te (a)guardaba y revivía

Creía que vivía

Moría sin darme cuenta

Sentía que ya no sentía

Vomitaba mi alma

Quedaba

VACÍA.



SOLA

A Alejandra Pizarnik

sola con mi alma,

mi calma, mi rabia,

mi risa (son)risa,

mi llanto (des)panto

sola a con(ciencia),

(in)conciencia, inocencia,

apariencia, demencia,

clemencia, decencia

dolencia de una noche en ruinas

sola a pesar de mí,

a pesar de vos,

a pesar de ellos.

sola (na)siendo, pariendo,

creciendo, sufriendo,

muriendo a cuenta gotas.



NO QUIERO

No lo conozco y no quiero hacerlo.

No quiero enterarme.

No quiero saberlo.

No quiero verlo.

No quiero aceptarlo.

No, no y no!

No quiero buscarlo, necesitarlo, extrañarlo.

No quiero amarlo, no quiero desearlo,

No quiero sufrirlo, no quiero sentirlo.

No quiero su lástima, no lo quiero a medias.

No lo quiero!




CONDENA

Azul penetrante el cielo inhóspito de una noche cruda.

Camino sin dirección, atención, opción hacia la nada.

¿Alguien me espera? ¿Cómo podría?

Nadie! No soy nadie. No existe nadie. No existo para nadie.

Negro el infinito camino expectante. Ya no me quedan fichas.



AUSENCIA

A lelito.

¿Dónde te extraviaste?

Te busqué en el auto,

en los L&M largos,

en la 2 x 4,

en el futbol,

en el cortado,

en el mate,

en los combates,

Te busqué con tu chomba roja,

en los colores canallas de la acadé,

en tyc y en crónica,

en las carreras, en la quiniela,

en los desodorantes de la abuela.

Te busqué en el balcón fumando a escondidas.

Te busqué por la noche esperando mi venida,

te busqué en tus “huidas”,

en tu (des)gano,

en los guisos, las anchoas,

en la pizza de cancha y los fideos del domingo,

en las rosas de cada cumpleaños.

Te busqué sin (des)canso,

busqué tu sombra y ya te habías ido.

¿Cómo estás? ¿Hacia dónde partiste?

Se hizo tarde y no pude alcanzarte.



VACÍO

Siento tu falta en el olor de la ropa.

Sueño despierta que volvés de caza

Trago la última gota de mi taza,

Y ya no quedan dedales en la sopa.

El vino sabe a nada en tu copa,

Sola te espero, el tiempo no pasa.

Mi tristeza humedece la casa

Tirito y ya nadie me arropa.

Las servilletas no tienen color

A mi alrededor todo es oscuro

La comida ya no tiene sabor

Jamás existió amor más puro,

esta silla vacía contagia dolor.

De recuerdos muere mi futuro




LA PROTECTORA

A mamá

Cálida, ingenua, tierna, sensible, querible…

A veces no lo sabe, no lo cree, no lo acepta.

Valiente, decidida y feroz si alguien osara herir a sus retoños…

Como si fueran murallas contra el mal, sus brazos refugian del dolor,

de la angustia y del miedo a crecer.

Sencilla, emotiva, carismática, atractiva…

Brava como ninguna, no comprende el resplandor de su alma.

No lo sabe, no lo cree, no lo acepta.

En cambio se entristece, se aflige, se atormenta y no sabe de la magia

de sus palabras, del calor de sus manos… no sabe del hechizo de sus ojos.

No sabe de su brillo, ni de sus creaciones.

No sabe de sus infinitas posibilidades,

Ni de lo que genera en su entorno.

No lo sabe, no lo cree, no lo acepta.



EL ROJO EN MIS PINTURAS

A Pamela

Si fuera mi último día en la tierra

no habría persona más fascinante,

por aliada, compinche, compañera,

con quien compartir este instante.

Su lealtad es la de una militante,

al pie, con el fervor de una fiera

de cuerpo y espíritu caminante,

No me faltaría de ninguna manera.

Fresca, alegre, franca y caprichosa,

Atractiva, llamativa e interesante

Muchos la confunden con una diosa

De mirada esmeralda impactante,

Ella lo sabe y no se pone ansiosa,

Mi amiga y hermana, mi colorante!




No quisiera decir

que sé

que no sé

decir(las) cosas

como quisiera

(de)sir cosas

hazlo tú,

si sabes cómo

de circos

haz!




Escriviendo

Escuchando

Ganas de encontrARTE

No me sale

No te encuentro

No te veo

No escribo

No escucho

No ando!




LA SEMIYA

Brot

aGermi

(Na)siendo

(Cree)siendo

El tallo que se

Extiende, unbulbo

Buscando luz de sol

Emergenverdeshojas

eIrrumpena los pétalos

Resguardandonéctar

Alambrestambres

Reina el pistilo

Se Caenpétalos ro

Jos (No)siendo ros

ado Sesecan de

Apo

Qui

To

Pe

Re

Ce

Y vuelve a germinasiendo otra semilla!