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jueves, 8 de julio de 2010

El sublime objeto de la ideología*

PANFLETOS

I

No encajamos en este mundo de fábula
Al que, dicen, estamos? “predestinados”.
Sangramos, parimos, morimos de a partes
Dejamos la vida por ganarnos un trozo de pan

II

Alguien dijo alguna vez que todo ideal
carga heridas selladas a fuego en el alma
porque el que sueña lucha sin calma
por trasformar este mundo desigual.

III

Lo único palpable, la única verdad:
es la escasez, el hambre, la pobreza.
Desde la cuna mamamos la falsedad,
la patraña de una vida de riqueza
que lo único que genera es mezquindad.

IV

¿Gloria para quién? No existe el cielo
sino la tierra sudada y la propiedad privada,
robada, saqueada, despojada, estafada.
Romperse el lomo por pequeñas migajas…

V

Borcegos y palos, “mano dura”―exige la chusma
Mientras no toquen mi culo y mi quinta
Que me importa el que mendiga
“hay que matarlos a todos” ―agitan
y así se termina este estigma!

VI

Seguridad no es amparo, no es asilo.
No es abrigo, refugio, ni es sostén.
Seguridad es “garantía”,
Tranquilidad entre cercas y muros,
es inmunidad de los pocos
y rechazo hacia los muchos.

VII

Que paguen los infames, los explotadores
Que paguen los genocidas que destruyeron
Y desaparecieron miles de sueños,
que paguen los hijos de puta
que robaron la identidad de tantos nietos

Que paguen por la violación de cada derecho
Que paguen por la marginación y la exclusión
de ayer y de hoy

QUE PAGUEN!




SUEÑOS ROBADOS

Con los pies percudidos y descalzo, con la ropa rajada y sucia, las manitos heladas y la mirada perdida, un niño caminaba sin rumbo por el escarchado asfalto de la avenida.

De pronto se detiene y mira hacia una larga fila de personas que esperaban el 15. Se acerca con paso atolondrado:

−¿Una monedita? ¿Algo para comer? −preguntó casi rogando. Nadie respondió.

Sin suerte! Discriminado, descartado, segregado, apartado, observado con desdén como si fuera parte de una plaga maldita, el niño se alejó lentamente de la multitud.

Como vencido, se sentó en el medio de la vereda junto a un charco de agua, sacó de su pequeño bolsillo una bolsita de plástico y aspiró.

Aspiró el asco, el maltrato, el desprecio, el abandono. Aspiró la desdicha y la humillación de saberse constantemente excluido de un mundo donde pareciera no haber lugar para él. Aspiró el egoísmo, la crueldad de los otros, la ambición desmedida, su inocencia perdida.

El niño aspiró y se fue a volar para olvidar por un rato a esta sociedad miserable que le robó sus sueños y le quitó (como a tantos otros niños) la oportunidad de ser.





ESMA

Escondido de la sociedad estaba cada lugar siniestro.

Escondido el Casino de Oficiales, el edificio destinado al Grupo de Tareas 3.3.2. Tenía tres pisos, un sótano y un gran altillo.

Escondido el sótano, paso ineludible de cada secuestrado al que traían encapuchado, ahí funcionaban las piezas de tortura.

En el altillo, escondido “Capucha”, allí permanecían con los ojos tapados, tirados sobre colchonetas rotas, encadenados e inmovilizados luego de los suplicios. No tenía ventanas, sólo pequeños ventiluces que daban a celdas pequeñas denominadas camarotes.

Escondidos el pañol, depósito del saqueo de las viviendas de los secuestrados, y la pecera, conjunto de pequeñas oficinas donde algunos prisioneros eran obligados a trabajar durante el día.

Escondido “Capuchita” otro altillo, pero más chico. En aquel lugar había dos salas de tortura y un espacio en el que se vigilaba a los jóvenes cautivos de la misma forma que en “Capucha”.

Escondido el Dorado, salón donde funcionaba la central de inteligencia del grupo de tareas.

Escondidos la tortura y el flagelo. Escondidos los gritos de dolor y de asco. Escondidas las violaciones, los abusos y los excesos de poder. Escondida la humillación de las madres que parían hijos robados.

Escondidos los últimos suspiros de miles de hombres y mujeres que soñaban con un mundo mejor. NUNCA MÁS!



*Título del libro compilado por Slavov Zïzek


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